Dos celebraciones para rezar por los gobernantes

Foto: Presidencia de la República – Redacción: 3 de marzo de 2020

El lunes 16 de febrero de 2020, se celebró la Santa Misa en la Basílica Ntra. Sra. del Carmen de la Aguada, con motivo de la inauguración de un nuevo período legislativo. En la misma participaron legisladores y miembros del gabinete del nuevo gobierno. Un par de semanas más tarde, concretamente el lunes 2 de marzo, se llevó a cabo en la Catedral de Montevideo, una celebración interreligiosa con participación de católicos, anglicanos, judíos y evangélicos, para pedir a Dios por la patria. En esta ocasión además de legisladores y miembros del gabinete ministerial, se hizo presente el Presidente de la República, Dr. Luis Lacalle Pou. Ambas celebraciones, fueron criticadas por “violar” o “afectar” la laicidad. Aunque el revuelo se acalló rápidamente, igual parece oportuno registrar el caso.

La Misa de la Basílica de la Aguada, a la que fueron invitadas autoridades de todos los partidos políticos, fue criticada —entre otros— por el pastor de la iglesia metodista Raúl Sosa, quien expresó que esta celebración pudo “dar a entender que se jerarquiza una corriente político-ideológica por sobre otras”.

Con respecto a la celebración interreligiosa realizada en la Catedral del Montevideo, el pastor metodista entendió que, a diferencia de los convenios que la iglesia metodista tiene firmados con el Estado, este acto síafecta a la laicidad”. También sostiene en su carta que a su juicio la coalición de Gobierno “ha apelado a un discurso, basado, según ellos, en los valores más profundos de la moral cristiana, para sostener posturas que vulneran los derechos humanos y para oponerse a lo que se ha denominado nueva agenda de derechos”. A diferencia de la iglesia metodista que, según Sosa, se suma a la causa de combatir las inequidades de género y el patriarcado”. Sosa entiende además que “se debe reprobar y evitar todo aquello que avale y sacralice, o que induzca a pensar que se avala y se legitima desde la fe, cualquier corriente de pensamiento o postura que violente los derechos de todas y de todos”.

También el católico Horacio Ottonelli, ex presidente de la organización de laicos Comunidad de Vida Cristiana en Uruguay e integrante del colectivo Cristianos en Red, escribió en su cuenta de Facebook: “Lamento (…) esta segunda celebración tan sesgada políticamente. Creo que el Cardenal Sturla se equivoca en el afán de darle a nuestra Iglesia Católica una visibilidad, pero muy parcial”. Ottonelli también integra la mesa coordinadora del grupo Izquierda Cristiana, del Frente Amplio.

Por su parte, el legislador colorado Ope Pasquet señaló que “el concepto de que el Estado no sostiene ninguna religión está en la Constitución. Si queremos cambiar eso, tenemos que cambiar la Constitución. No es simplemente opinar distinto”. También expresó que a su juicio, “estas no son las cosas que unen a los uruguayos, como dijo Lacalle Pou a la salida, sino que nos plantean nuevas divisiones. Vamos a volver a discutir el concepto de laicidad. Creo que esto se traduce en eso: nos están proponiendo una nueva definición del concepto de laicidad”.

Otro legislador colorado, Felipe Schipani, entendió que lo que lesionó la laicidad, fue la difusión de la celebración eucarística desde los medios de comunicación de la Presidencia de la República, aunque reconoció que los jerarcas “no concurrieron invocando sus condiciones de ministros y de presidente de la República, sino a título individual”.

Mientras tanto, el dirigente colorado José Pablo Franzini Batlle, sostuvo que “por primera vez desde aprobada la Constitución de 1918, un presidente asume la Presidencia y asiste a una misa de oración por la patria. Violación clara de la laicidad y claro, también, retroceso en la libertad de convicciones espirituales individuales” .

Nuestra visión

Una nota publicada sobre la Misa celebrada en la Basílica de la Aguada en el sitio web http://laicismo.org —cuyo integrismo laicista es manifiesto—, sostiene que “si bien no se trata de una vulneración de la laicidad al tratarse de un acto que se celebró en una basílica y organizado por la Iglesia católica sin apoyo o patrocinio institucional, y por tanto forma parte de la libertad de culto, pone de manifiesto la relación de la iglesia con la derecha política del país, ahora en el Gobierno”. El problema, por tanto, para el autor de este artículo, parecería ser político: lo que sería criticable, es la buena relación existente entre la Iglesia y la “derecha política”, no la celebración, que no implicaría violación o afectación ninguna de la laicidad. Críticas de similar tenor se advierten tanto en el pastor metodista Raúl Sosa, como en el católico Horacio Ottonelli. De hecho, Sosa, admite que la Biblia llama a orar por los gobernantes. Todo esto nos lleva a sospechar que, lo que a algunos parece resultarles molesto, más que rezar por los gobernantes en general, es rezar por estos gobernantes en particular, pues su ideología política, difiere de la de ellos.

Esta sospecha no es gratuita, ya que ni Otonelli, ni Sosa, ni otras voces contrarias a la “derecha política”, se alzaron para cuestionar una eventual afectación de la laicidad, cuando en diciembre de 2012, el entonces Presidente de la República José Mujica, promovió la celebración de una Misa por la salud del Presidente venezolano, Comandante Hugo Chávez. De aquella celebración eucarística, participaron junto al Presidente, “su señora esposa la senadora Lucía Topolansky, los ministros de Relaciones Exteriores y de Trabajo y Seguridad Social, Luis Almagro y Eduardo Brenta, el secretario de la Presidencia, Homero Guerrero, el prosecretario Diego Cánepa, el embajador venezolano en nuestro país, Julio Chirino, y su cuerpo diplomático, además de representantes de organizaciones políticas, diplomáticas, prensa y público en general”. Cabe recordar que tras la celebración de la Misa solicitada por José Mujica, para rezar por la salud de Hugo Chávez, la página web de Presidencia de la Republica colgó tres artículos al respecto con los detalles de la celebración y varias fotos incluidas. Estos artículos permanecen publicados en dicha web hasta el día de hoy, sin que nadie haya cuestionado su afectación a la laicidad:

Celebración eucarística dedicada a la salud del Presidente de Venezuela

Presidente Mujica ratificó su interés por “darle un abrazo” a Hugo Chávez

José Mujica

Tampoco se alzaron voces señalando posibles afectaciones de la laicidad, cuando el ex Ministro del Interior, Eduardo Bonomi y su esposa la legisladora Susana Pereyra, participaron en junio de 2012 de una celebración umbandista. Ni cuando el ex Presidente Tabaré Vázquez, junto a varios secretarios de estado, participaron de la celebración del Año Nuevo judío en setiembre de 2015.

Lo que a nuestro juicio es erróneo, es el doble criterio: las acusaciones de afectación  de la laicidad cuando se trata de unos, y el silencio cuando se trata de otros. O todos afectan —o violan— la laicidad, o ninguno lo hace. Ese doble criterio es lo que parece indicar que lo que subyace, más allá de la laicidad, es una motivación ideológica que trasciende lo meramente religioso.

Por otra parte, las críticas realizadas por el legislador Pasquet, están contestadas por su correligionario Schipani: los gobernantes y legisladores asistieron a la Misa a título individual, no en representación del gobierno. Aunque obviamente concurrieron a un acto en el que se elevaron oraciones por ellos en cuanto gobernantes, la asistencia fue voluntaria, personal, y ante todo, libre. Porque laicidad significa que el Estado no debe adherir ni patrocinar religión alguna, no que los gobernantes no puedan adherir a religión alguna, o participar en actos de culto de una religión particular, interreligiosos, etc.

Además, una celebración interreligiosa —no una Misa, como erróneamente afirma Franzini Batlle en referencia a la de la Catedral—, es la mejor garantía de que el Estado no estará tomando partido por religión alguna, lo cual va en la línea de lo establecido por nuestro Prócer, el Gral. José Artigas, en las Instrucciones del año XIII, en cuanto a promover “la libertad religiosa en toda su extensión imaginable”. En esta misma línea de razonamiento, cabe recordar también el Art. 2 de la Constitución artiguista en la que se establecía que ningún sujeto será atropellado, molestado o limitado en su persona, libertad o bienes, por adorar a Dios en la manera y ocasiones que más le agrade, según le dicte su misma conciencia…” ¿Por qué entonces, molestar o limitar la libertad de quienes nos gobiernan; por qué no permitirles que participen en celebraciones religiosas que tienen como objetivo orar por su buen desempeño en las tareas que tienen por delante, y en las que va la suerte de todos? ¿Acaso los gobernantes tienen menos libertades individuales que el resto de los ciudadanos? ¿Acaso se puede sostener que somos todos iguales, si a quienes gobiernan se les limita su libertad religiosa?

Vale la pena terminar estas reflexiones con las palabras del Cardenal Sturla: “Rezamos porque somos hombres y mujeres de esperanza, porque amamos a la Patria y deseamos a todos los orientales y a todos los que viven en este suelo, lo mejor”.